El músico, docente e investigador José Gallardo, expone sus posturas frente a la música de Medellín y Colombia, publicando de manera periódica reseñas sobre los discos más recientes del circuito. En aras de enriquecer el dialogo y conocer otras visiones, HagalaU sigue compartiendo sus textos. Aquí, la reseña dedicada a ‘Letanías del jardín’ de Margarita Siempre Viva.
Por José Gallardo Arbeláez // @MuInmobiliaria
A modo de lista, enumeración y agrupación de canciones, se presenta este nuevo disco de la banda bellanita Margarita Siempre Viva. Extrañamente para muchos, tardaron un poco en publicar material, pues suelen ser muy activos en términos de publicación. Sin embargo, se podría pensar que este trabajo se lanza para aplazar el gusto de sus seguidores y darle un larga duración de mayor aliento, por lo menos en términos de canciones.
Letanías del jardín comienza con dos canciones que parecieran hermanas siamesas separadas por un breve segundo al nacer: Gato salta por la ventana y Epílogo del despertar. La primera, una canción plenamente instrumental que funciona muy bien como intro. Los margaritos intentan sacarle provecho a sus habilidades técnicas tratando de hacer un discurso plenamente instrumental, pero dicha tarea no es fácil de hacer y requiere preparación. Primero afinar tu instrumento es fundamental, sobre todo cuando estás buscando hacer líneas de arpegio, acordes y melodías en contrapunto a otros instrumentos temperados. Segundo, es necesario afinar ciertos detalles estructurales para que las transiciones armónicas no se sientan tan obvias, entiendo que este no es un grupo en el que la experimentación sea notoria, pero si se evidencia una búsqueda por lo instrumental, se deben mejorar ciertas habilidades narrativas en lo musical, y en este caso, el encadenamiento de acordes puede ser una herramienta funcional. Tercero y no menos importante, ahonda más allá de tus influencias, que no se te note tanto que Mi Amigo Invencible y Arcade Fire ha estado influenciando tu lista en spotify, Godspeed you! Black Emperor no se hizo en un día; pero bueno, digamos que es un buen intento.
Ahora bien, en el epílogo se presentan problemas con un elemento nuevo a explorar en esta banda y es la armonía entre voces, la voz principal es opacada por las voces secundarías, la cuales a su vez están bastante desafinadas y por la intencionalidad (casi un coro de los Beach Boys o The Beatles) no creo que sea desafinado por gusto, sino más bien por un error, si hay algo que permite la edición no lineal de sonido en DAW es precisamente grabar varias tomas hasta lograr la precisa o la más cercana, aunque siendo muy sincero, este elemento coral es innecesario en la canción, pues no vuelve a aparecer de esa manera en ninguna otro track, sí hay “coros”; pero estos suelen ser más del estilo de una barra de fútbol o un grupo fogatero, es decir no busca ser precisos.
En términos de interpretación, el disco no presenta mayores cambios en su manera de construir las canciones, más adelante hay otro intento instrumental de discurso, es el caso de la introducción de Fantasma oblicuo, donde se puede escuchar una línea de bajo interesante que remite mucho de lo que pasó en los noventas con bandas independientes salidas del radar y que hicieron uno o dos discos máximo y logrando influenciar a un legado de bandas, diría yo que puede ser una línea de bajo tipo Slint, pero quien sabe en qué estaban pensando los margaritos al componer esta canción.
En términos de producción, creo que el uso de la reverberación pudo ser más controlado, entiendo que buscan generar una marca sonora o estilo sonoro con el uso de la misma, pero tener esta reverberación hasta el martes (como dice una amiga compositora) abierta y sin tratamiento, puede ser contraproducente para algunas canciones, donde se podría jugar con ella, incluso usándola rítmicamente como hacen los grandes maestros del Dub, sin necesidad de hacer dicho género, solo tomando ideas, experimentándolas, mezclándolas con otras ideas y madurando un sonido, que obviamente está en construcción.
Para este escucha, es difícil un hilo conductor en el disco, pues no hay elementos temáticos, narrativos o poéticos que indiquen que sea algo diferente a una de las definiciones de la palabra letanía: una lista. Y eso es una falencia en la producción musical del disco, en Medellín se suele pensar que un productor es la persona que graba, edita, mezcla un disco, o que hace beats. El oficio de productor musical ha sido poco o nada ahondado en términos creativos, y este es el caso. Este álbum es un amasijo de canciones, colaboraciones y eventos dispersos a nivel de relato musical, entendiendo este concepto, como un ejercicio narrativo en el tiempo y en el espacio. Incluso en la música instrumental de este y otros trabajos de la banda, la ecuación letra música está sobrecargada hacia la letra, es decir, la música siempre está en función de acompañar la lírica de la canción, las cuales suelen ser “crípticas” y sin mucho desarrollo. Una serie de líneas escritas que suenan bien (excusa por la que muchas bandas suelen cantar en inglés, porque suena bien) pero ojo, escribir letras en español es una tarea compleja y más aún, saber conectarla con la música.
Tal vez el asunto sea generacional, los microrelatos se están apoderando del universo creativo actual, tal y como si fueran una history en instagram, y por esta razón algunos escuchas como este, no logran descubrir dónde, o hacia dónde va la música de ciertos proyectos musicales a nivel local.