Con motivo de la conmemoración de los 50 años del Festival de Ancón, publicamos este artículo escrito originalmente en 2005 a partir de la segunda edición del recital.
Santiago Arango Naranjo
El Festival de Ancón con tinte hippie de 1971, conocido como el Woodstock colombiano y que sacudió hace 34 años la moralista ciudad de Medellín y que terminó en la destitución del alcalde de la época, sonó en su segunda versión en 2005, a fiesta de camaradería y rock & roll “entre amigos”.
Al igual que hace más de tres décadas, la segunda edición de Ancón se realizó durante 3 días, 4, 5 y 6 de marzo, en el que una de las constantes fue la visita de curiosas familias de padres e hijos, que pisaron los 60 mil metros cuadrados de Ancón para indagar en qué consistía todo ese asunto de las camisetas negras, las melenas largas y los taches de los rockeros de ahora. Si los colores del arco iris fueron la nota predominante en la edición en que la paz y el amor eran la consigna, el segundo Ancón “se destacó por los colores oscuros, sobre todo el negro”, como lo señaló Gonzalo Martínez, asistente en 1971 como integrante de Los Yetis y ahora regresó en 2005, como miembro de La Rockola, una de las bandas –junto con Pablus Gallinazo y Danger– que no pudieron tocar pues en el día de la inauguración, cuando estaba previsto que interpretaran covers, aún no se habían negociado derechos de autor con la organización Sayco & Acinpro.
Hubo opiniones divididas sobre Ancón. Juan Restrepo, estudiante de 19 años, asegura que “el festival fue un sueño romántico y que faltó organización y mínimo un grupo del exterior de trayectoria”, mientras que Giovanni Rendón, del grupo NeUs, dice que “Ancón sirvió para que se encontraran la vieja y la nueva escuela del rock paisa, todo en un contexto de armonía y convivencia”.
Unas 15 mil personas, menos de la mitad de lo esperado en un festival de tres días, se apropiaron de las ofertas en sus zonas de videos, zona pub –o de baile–, camping y zona de comidas. En el lado de la tarima el éxito fue más medible. Asistieron bandas como Athanator, nominado a los London Music Awards en Europa; Lilith, único grupo integrado sólo por mujeres que tuvo participación en Ancón; Tenebrarum y su metal cargado de aires eruditos; Providencia y su invitación al reggae: Orus y la pulsante proposición cargada de synth pop, techno y new wave; Frankie ha Muerto y su sonido que ha servido de escuela para cientos de nuevas bandas, ratificando que la música es una y que el rock se puede alimentar de salsa, hip hop y hasta sonidos del llano colombiano; I.R.A –uno de los más aplaudidos–, que prepara gira por Europa y EE.UU.; NeUs y su potente industrial core... En total, 40 grupos, unos más afortunados que otros, ya que mientras a unos solo les permitieron interpretar 3 canciones y, los bajaban, a otros les dieron 40 minutos.
Hubo músicos furiosos por la “falta de respeto con las bandas” pues según ellos la organización incumplió compromisos. Cerca de allí, las señoras del municipio de La Estrella, esperaban que ese demonio que espantaron con oraciones en las afueras de la iglesia días previos al festival, apareciera para enloquecer y drogar a “esos peludos”. Pero los rockeros lo asumieron tan livianamente, que ni siquiera se espera que caiga un alcalde esta vez.
Fotos tomadas por Carolo.